Cada 10 de diciembre celebramos el Día de la Restauración de la Democracia en Argentina desde que Raúl Alfonsín le devolvió la dignidad, la paz y la vida al pueblo argentino. Luego de la oscuridad del terrorismo de Estado y a través del sufragio recuperamos la libertad para nuestros tiempos.
(*) Por Karen Talavera
A 40 años de aquel hito histórico, los radicales habíamos encontrado en la Unión Cívica Radical un espacio donde se nos podía escuchar y podíamos decidir. Muchos fueron los tragos amargos que tuvimos que soportar: la crisis del 2001 trajo desolación y una reconfiguración del partido que hoy, por culpa de una dirigencia que perdió el rumbo y los objetivos, se convirtió en una plataforma que no nos representa y es antidemocrática.
Es buen momento para decirlo: el radicalismo excede el marco formal de la UCR como partido político, pese a lo mucho que le molesta a la dirigencia. Un partido que nació para representar a las clases populares, para defender los derechos humanos elementales y que era “La causa de los desposeídos”, perdió el norte en un espacio que vive de las internas (que ya no son abiertas, ni horizontales, ni democráticas), que está en manos de los pocos que deciden por todos, sin permitir la voz y el voto, ni la perspectiva distinta.
En Misiones ese partido, además, se concentra en un puñado chiquito de hombres que dicen tener “poder”, representatividad y decisión pero que, quienes decidimos irnos y tomar distancia de los hechos identificamos que no deciden para todos, sino para ellos mismos privilegiando anteponiendo sus intereses. Se protegen en una institución que se desangra para conservar los pocos cargos que tienen.
Los jóvenes recordamos cuando Alfonsín pidió que no sigamos “a los hombres sino a las ideas”. Ideas de desarrollo, de inclusión, de libertad, de protección de los derechos. Pero en el partido radical (sobre todo en Misiones), no existe la discusión de ideas, no se debate, no se protege ninguna propuesta de desarrollo. Mientras unos pocos, en una mesa, definen quien va a ser candidato, quien va a presidir el comité en la próxima interna, la sociedad exige a la clase política respuestas y propuestas que sean claras y congruentes con sus necesidades e intereses.
Los jóvenes no tienen lugar en las listas, todos los candidatos concentran ideas conservadoras, vencidas. Las mujeres la tienen todavía más complicada. Los lugares a cumplir por la Ley de Paridad, de la que se jactan haber conseguido, los guardan para compañeras que no amenazan ni desafían al status quo de la violencia política. Por lo que, ser joven y ser mujer, en el radicalismo es una desventaja absoluta para poder competir en cualquier espacio de decisión.
Los que decidimos irnos por la puerta grande para poder proponer cambios desde las ideas que nos legaron los padres fundadores del radicalismo, fuimos atacados y menospreciados. Eso es la UCR en Misiones hoy, una “casta” política familiar que impide tu desarrollo como militante, como representante juvenil, como un luchador de ideas que no sigue a las personas, porque las personas tienen vicios, cometen errores. Los que nos fuimos, lo hicimos porque teníamos mucho para aportar y no encontramos el lugar donde depositar las ideas, porque si desafiamos un poco a la mesa de decisión que se concentra en unos pocos sectores conservadores y masculinos, nos destinan a espacios de obediencia. Hasta que decidimos romper para poder salir y trabajar por las clases populares, por la causa de los desposeídos y por el pueblo “misionerista”.
(*) Dirigente juvenil misionerista.