Hay momentos en que los gobiernos no pueden esconderse detrás de slogans. La realidad se encarga de desnudarlos. Eso pasa hoy con la gestión nacional: una administración que prometió orden y cambio profundo, pero que se encuentra atrapada en improvisaciones, internas y escándalos.
por Diego René Martín
Las señales están a la vista. La inflación vuelve a presionar bolsillos cansados, el dólar se convirtió en la brújula del desconcierto y las medidas de ajuste castigan a los más pobres: jubilados, personas con discapacidad y trabajadores. En paralelo, los beneficios se concentran en grandes players económicos, reforzando la sensación de que la motosierra oficial corta siempre en el mismo lugar.
En ese marco, las auditorías a pensiones por discapacidad fueron un símbolo brutal: gente expuesta a maltrato y desorganización, en escenas que mezclaron crueldad y abandono. Esa postal, sumada a los audios que comprometen a dirigentes libertarios en presuntas coimas, terminó golpeando de lleno a la credibilidad de sus referentes locales. La figura de Diego Hartfield, presentado como candidato nacional en Misiones, quedó asociada a esa crisis de confianza. ¿La inexperiencia se está comiendo a los paracaidistas o qué?
La otra cara aparece en lo que pasa dentro de la Provincia. Sin alardes, pero con decisiones visibles, Misiones intentó sostener un rumbo propio. La incorporación de tecnología médica de última generación al sistema público, nuevas conexiones aéreas que amplían el flujo turístico y alivios fiscales para sectores productivos, son ejemplos de una estrategia que busca mantener en pie servicios y oportunidades, aún en un contexto de recortes y caída de recursos federales. Igualmente siento que no llegamos a valorarlo, porque se hizo cotidiano.
El caso de la yerba mate sintetiza como pocos, la diferencia de enfoques. Mientras Nación liberó el mercado y se llevó puestos a pequeños productores y consumidores, desde Misiones se insiste en la necesidad de reglas claras, precios de referencia y un esquema de protección que garantice la supervivencia de miles de familias rurales. No es una discusión ideológica, es una cuestión de supervivencia económica. La realidad versus el Excel, siempre es una cuestión de supervivencia económica.
El contraste es evidente. Mientras el escenario nacional se hunde entre peleas absurdas y gestos de soberbia, la Provincia apuesta por sostener un piso de previsibilidad y cercanía con la gente. Puede no alcanzar para escapar a los coletazos de la crisis, pero muestra que la política todavía tiene margen para elegir entre dos caminos: el de la intemperie o el de ser refugio.
La pregunta que queda abierta es: ¿hacia dónde se inclinará la sociedad cuando llegue el momento de decidir? Porque entre el ruido de la Nación y la resistencia silenciosa de la Provincia, lo que está en juego no es solo una elección: es la posibilidad de seguir creyendo que la política puede no ser una amenaza.