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El ex gobernador y fugaz presidente de la Nación vuelve a la arena política como candidato a diputado por Activar, el partido fundado por su hijo. Su retorno enfrenta viejos fantasmas, un escándalo que golpeó a la fuerza y la sospecha de un relevo familiar para conservar poder.

Federico Ramón Puerta, figura emblemática de la política misionera y presidente interino de la Nación por 48 horas en diciembre de 2001, confirmó su candidatura a diputado nacional por el partido Activar, creado en 2019 por su hijo, Pedro Puerta. Su regreso revive recuerdos de la década del ’90, del menemismo y de la crisis institucional que lo llevó a ocupar la Casa Rosada en uno de los momentos más turbulentos del país.

Puerta asume el timón de un partido golpeado por un escándalo mayúsculo: en 2024, el ex diputado provincial de Activar, Germán Kiczka, fue condenado a 14 años de prisión por tenencia y facilitación de material de abuso sexual infantil. La causa desató una tormenta política que forzó la renuncia de Pedro Puerta a su banca, dañó la imagen de la fuerza y quebró alianzas.

En medio de la crisis, Pedro cedió el liderazgo a su padre. La movida despertó suspicacias: para algunos, es un intento ordenado de rescate político; para otros, una maniobra de emergencia para no perder presencia electoral y preservar un apellido histórico en las boletas.

El desafío es enorme: recuperar credibilidad y convencer a un electorado desconfiado de que Activar dejó atrás su mancha moral.

Pero la campaña de Puerta enfrenta otro obstáculo: denuncias de 2014 sobre condiciones de “semi-esclavitud” en campos vinculados a él, con peones rurales viviendo en ranchos precarios, salarios por debajo de convenio y jornadas extenuantes.

Aunque las causas judiciales no prosperaron, las imágenes y testimonios siguen circulando y son reactivados por la oposición como prueba de su falta de autoridad moral para defender a los trabajadores. Puerta evita responder sobre el tema y centra su discurso en propuestas legislativas, lo que alimenta la sospecha de que busca evitar daños mayores.

Su retorno divide aguas: sus seguidores destacan experiencia y capacidad de gestión para defender intereses misioneros; sus críticos lo ven como símbolo de una política vieja, marcada por privilegios y negociaciones de cúpula. En una campaña polarizada, la combinación de pasado político, escándalos recientes y denuncias laborales podría ser decisiva.

El interrogante queda abierto: ¿Puerta es el salvador de un partido en caída libre o el regreso de un modelo que Misiones ya intentó dejar atrás?

RMM

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