Macri en público, los gobernadores en privado, advierten que los problemas no se resuelven. El presidente intenta construir su imagen de líder y pone en juego su estatus de economista. La administración libertaria, ante la necesidad de acelerar en la segunda parte del año.
Por Ariel Basile
Mientras Javier Milei despunta sus horas en fortalecer su imagen hacia afuera, hacia el exterior, en el plano local comenzaron a arreciar las críticas de los aliados. La falta de gestión, la administración escuálida, emerge como un foco que empieza a hacer mella en la oposición amigable. Acorralan a los libertarios, con plazos perentorios, y exponen una falencia que no se compensa con tuits chicaneros.
No sorprendió a La Libertad Avanza. Hubo avisos previos. Y el que avisa (por ahora), no traiciona. En público, fue Mauricio Macri quien enarboló las dificultades de Milei para llevar la teoría a la práctica. Siempre, bajo la concesión del rumbo correcto. Pero el plano de las ideas (comparten cosmovisión Macri y Milei) no es el de la praxis. El titular del PRO dio a entender que con sus equipos dentro del Gobierno la situación sería mejor. Nuevos golpes a la puerta de la administración libertaria, que sigue cerrada con traba del lado de adentro.
Con menos bullicio, pero con más intensidad, fueron los gobernadores de Juntos por el Cambio (JxC), los que golpearon la mesa de la Casa Rosada en su reunión con Guillermo Francos. Habían reclamado ser recibidos apenas firmado el Pacto de Mayo. Esa liga de diez mandatarios, que sigue ostentado el sello obsoleto de JxC, llevó un listado de “temas duros de gestión” y, en lo político, esperan hacer valer los favores otorgados hasta aquí al Gobierno: Ley Bases, paquete fiscal, Pacto de Mayo, una tríada avalada más para mostrar voluntad que por convicciones profundas. En especial el pacto tucumano, una puesta escena que no se traducirá en la refundación de la patria que esbozó Milei. Pero allí estaban los diez con frío, pero aplaudiendo, firmando sonrientes en la Casa Histórica, retratados en una postal en la que poco creían.
¿Y ahora? ¿Cómo sigue la historia? Sucede que, reconocen incluso dentro de la Casa Rosada, Javier Milei está alejado de la gestión cotidiana. Excepto en lo que concierne a la batalla contra la inflación y a los ejes financieros, donde Milei ata su suerte a los aciertos o desaciertos de Luis Caputo. Y no solo su suerte, sino también su estatus de economista, una construcción que el presidente intenta cimentar desde el cargo. Necesidad evidente de ser reconocido.
Pero más allá del IPC, del valor del dólar, de los estados contables del Banco Central, hay un mundo de cuestiones por resolver, y en general las quejas se multiplican. Por supuesto, las diatribas de Macri no están exentas de una mirada electoralista. Adhesiones compartidas, votantes que se cruzan de la vereda del PRO a la de LLA, el riesgo de evaporarse y de perder identidad, obligaron al expresidente a salir al ruedo. El 2025 está en la mira, así como un encono con Patricia Bullrich que trasciende del plano político a un deseo mutuo de hundir al prójimo. Al costo que sea.
No obstante, más allá de plantar las bases para una potencial alianza electoral sin condicionamientos, en su fuero íntimo Macri está convencido de que la gestión libertaria falla. Puede, tras haber propuesto en vano funcionarios, despegarse de ese déficit. Y clama por un desembarco de los suyos a posiciones de decisión en las diferentes carteras.
La falta de cuadros había sido palpable de entrada, nomás. Ausencias de firmas para trámites cotidianos y burocráticos. Segundas líneas vacantes. Funcionarios que no llegaba a asumir. Más tarde, una sangría de renuncias, sin contar los despidos. Lo que en el primer semestre era tolerable para una administración nueva y una fuerza joven, para este tramo del año se convierte en un malestar para todo aquel que tiene temas y expedientes por resolver, que dependen de un agente nacional.
Los gobernadores lo sufren. Lo que negocian con los ministros (“con Milei no tenemos relación”, dicen los jefes provinciales), luego no se plasma en resultados. Por eso, el jueves, horas antes de la presentación de Macri en un estudio de La Boca, buscaron explicaciones por los incumplimientos. Los fondos para obras que pacientemente habían firmado, en tandas, en la Casa Rosada, también con fotos de ocasión, no están llegando a los distritos. Además de que meses sin mantenimiento de rutas generan problemas logísticos, en las provincias necesitan reactivar un sector que genera mano de obra intensiva. Si algo no repunta es el empleo, un caldo de cultivo que puede tener rebotes negativos para todos los oficialismos.
En ese marco, de las varias promesas incumplidas, la que mayor sorpresa causó fue la transferencia de coparticipación a CABA sin acatar el fallo de la Corte Suprema, que pasaba ese porcentaje de 1,4% a 2,95%. Hubo, antes, un apretón de manos entre Caputo y Jorge Macri.
Hoy, los mandatarios cambiemitas se preguntan de qué valió el apoyo del gobierno, si al final de cuentas el trato hacia ellos termina siendo similar al que recibe el peronismo duro. Y, como todo es cuestión de plata, lo que más fastidia a los gobernadores es que las deudas que las provincias mantienen con la Nación se descuenten religiosamente de los envíos automáticos. Pero, al mismo tiempo, no llegan los fondos para solventar las cajas previsionales no transferidas, ni algunos compromisos establecidos por ley, e incluso se adeudan ítems del Pacto Fiscal 2017. Ni hablar de los subsidios al transporte o del Fondo de Incentivo Docentes, caídos en desgracia por el paso de la motosierra mileísta. Avanzan sobre estos puntos reclamos paralelos, motorizados en el Congreso y por intendentes. “Mientras dos ventanillas cobran, una sola es la que paga”, como canta León Gieco. El pedido: que se deje de descontar deudas de envíos y que se compense con lo que no se transfiere.
La pregunta es si Javier Milei, podrá asegurar los resortes para acelerar la gestión. Las otras pulseadas son largas. Más de lo que esperaban los optimistas. Cederle áreas al PRO no está en los planes, principalmente de la mesa chica. “El entorno” que no deja ayudar, como definió Macri. Traducido: Karina Milei y Santiago Caputo. La ecuación que hacen es que los votos ya no le pertenecen. Intentó el líder amarillo ponerlo en discusión en su discurso, más fluido que cuando era presidente.
Serán cuestiones a resolver para el libetario, quien busca sostener su imagen y su liderazgo. Tuvo, en estos días, un acierto: salir rápido contra Nicolás Maduro, sin titubeos. A veces, definir rápido a los enemigos y tirarles con munición gruesa puede salir bien. Un posicionamiento necesario para su tribu, pero que no alcanza para revertir el déficit de gestión.
(Columna en Á)