Vivimos en una época de crisis y transiciones, en un mundo cambiante e indefinido. Hemos salido de una pandemia mundial, pero nos encontramos en una guerra energética que continúa hasta el día de hoy, poniendo en peligro al planeta.
Tenemos la capacidad de resolver las crisis y proteger los territorios ganados, los cuales no deben ser cedidos. Desafíos como la pobreza, la desigualdad y la precariedad laboral requieren nuestra atención.
Lamentablemente, los problemas sociales y económicos a menudo eclipsan el cumplimiento de los objetivos ambientales, pero debemos reconocer que son parte de lo mismo. Si queremos mejorar la calidad de vida de los seres humanos y ser justos, las soluciones futuras deben tener en cuenta la dimensión ambiental.
Los conflictos ambientales están en aumento debido a temas como la contaminación por agroquímicos, la minería a cielo abierto, la resistencia de las comunidades originarias frente a la explotación del litio en las provincias del noroeste, la deforestación, el monocultivo, la contaminación y la falta de saneamiento del agua, los residuos sólidos urbanos y la deforestación indiscriminada. También hay presión por parte de los desarrollos inmobiliarios en zonas sensibles, como las cuencas hídricas, la biodiversidad y el paisaje.
El deterioro de extensas áreas debido a la presión de las actividades productivas, muchas veces sin un control adecuado por parte del Estado, se produce en medio de la mayor crisis climática mundial de la que se tenga conocimiento. Las consecuencias, como las olas de calor, las sequías, los incendios y las pérdidas económicas millonarias, son evidentes para todos.
La sociedad, junto con los científicos, exigen políticas públicas integrales que aborden los diferentes problemas ambientales. Los expertos enfatizan la necesidad de acelerar la descarbonización, es decir, eliminar la quema de combustibles fósiles, especialmente en el sector energético. Los jóvenes son los más conscientes de que hemos hipotecado ambientalmente nuestro planeta. Cada vez más personas se unen a colectivos ambientales en formación, realizando acciones, movilizaciones y resistencias en todo el país.
Esta fecha nos llama a todos, desde nuestro lugar, a reflexionar sobre las soluciones que podemos encontrar a nivel local, municipal y provincial. No importa qué posición ocupemos, es hora de organizarnos para fortalecer, de manera democrática en este siglo XXI, los inmensos desafíos que enfrentamos y avanzar en la búsqueda de nuevas respuestas a los problemas de pobreza, desigualdad y precariedad ambiental.
Por Ruth Duarte Ortellado (Presidenta de la Cámara Misionera de Consultores Ambientales – CAMCA)
Fotos: Rocío Páez Campos (CAMCA)