Cada 22 de noviembre se conmemora esta efeméride en homenaje a todos los músicos y amantes de este arte. Se basa en la fecha de la muerte de Santa Cecilia, mártir cristiana, considerada como Patrona de los músicos.
Cecilia, desde niña veía a su ángel de la guarda. Solía llevar un vestido de tela muy áspera bajo su túnica, ayunaba varios días por semana y había consagrado a Dios su virginidad.
Su padre, la prometió a un joven patricio llamado Valeriano. El día del matrimonio, en tanto que los músicos tocaban y los invitados se divertían, Cecilia se sentó en un rincón a cantar a Dios en su corazón y a pedirle que la ayudase. Cuando los esposos se retiraron de la ceremonia, ella le confesó su voto de virginidad y lo convenció de que se convirtiera al cristianismo. Así fue como Valeriano accedió y fue bautizado.
Entonces fue cuando vio a un ángel junto a Cecilia, quien puso sobre la cabeza de ambos una guirnalda de rosas y lirios. Poco después fue bautizado el hermano de Valeriano. Y desde entonces los dos se dedicaron a hacer buenas obras. Ambos fueron arrestados por sepultar a los muertos cristianos, al ser interrogados la corte ordenó azotarlos y condenarlos a muerte.
La policía luego buscó a Cecilia y le pidió que renunciara a la religión de Cristo, pero ella confesó que prefería morir antes que renegar de su religión.
Narran las Actas de su martirio cómo fue condenada a morir asfixiada en humo, y en vez de ello, a pesar de haber pasado más de un día en semejantes condiciones, comenzó a parafrasear, cantando, el salmo LXX: «Que mi corazón y mi carne permanezcan puros, oh Señor, y que no me vea defraudada en tu presencia».
En el año 1599 el escultor Maderna vió el cuerpo incorrupto de la santa y esculpió una estatua en mármol de tamaño natural, muy real y conmovedora, que se conserva en la iglesia de Santa Cecilia en Roma.
Cecilia de Roma, conocida como Santa Cecilia fue una noble romana, martirizada por su fe entre el año 180 y 230 y nombrada como Patrona de la música, de los poetas y de los ciegos.